Empezaré aclarando que este es un
artículo para un entorno mercantil. El liderazgo del que escribo está vinculado
al éxito profesional. Cuando uno habla de sus dotes de liderazgo en una
entrevista es porque quiere mandar (y cobrar por ello), y no imitar a
Jesucristo, con todos mis respetos para este último.
Para no marear con referencias,
me centraré en la primera acepción de la definición de líder de la RAE, que me
parece reveladora: “
Persona a la que un
grupo sigue, reconociéndola como jefe u orientadora”. Vuelva a leerlo. El
truco está en observar que lo verdaderamente importante para ser el líder es
convencer a otros: los seguidores.
Seguramente, el adjetivo que le
vendrá a la mente cuando piensa en un líder (porque además lo he puesto en el
título), es el carisma pero ¿y si usted no lo tiene? Volviendo a la RAE, es un
Don gratuito de Dios y, como tal, no nos lo dieron a todos. Bueno, a mí sí, que
a saber quién lee este artículo.