Imagen cortesía de David Castillo FreeDigitaPhotos.net |
Este artículo es para aquellos que creen que una empresa de
consultoría tecnológica es “aquella cuya actividad consiste en poner a
disposición de otra empresa usuaria, con carácter temporal, trabajadores por
ella contratados”, especializados en alguno de los campos de las tecnologías de
la información y las comunicaciones.
Para empezar, se equivoca. Lo he copiado del ámbito
funcional (cap. 1, art. 2), del V Convenio Colectivo de Empresas de Trabajo Temporal. Quiero reclamar una realidad: no somos consultores sino
trabajadores cedidos o “puestos a disposición”, que sería el término que emplea
el citado convenio. ¡A la mierda el convenio de empresas de consultoría y otras
mandangas!
Si se dedica a esto y lleva algún tiempo, habrá oído hablar
del concepto “cesión ilegal de trabajadores” y digo algún tiempo porque solo
sale a relucir cuando las cosas se ponen feas, es decir, en los últimos años o
tras el estallido de la burbuja de las “.com”.
En primer lugar, le diré que la cesión de trabajadores, sean de TIC o
no, no es ilegal en sí misma. De hecho, ha sido un factor que ha favorecido el
crecimiento desde finales la Segunda Guerra Mundial. El matiz está en que la legislación española
(art. 43 del Estatuto de los Trabajadores), previendo la picaresca, obligó a
que solo las empresas de trabajo temporal pudieran ceder personas. Mediante la Ley 14/1994, de 1 de junio, reguló que
las ETTs, aparte de los requisitos de una empresa cualquiera, debían constituir
una garantía, a disposición de la autoridad laboral, de un importe igual a 25
veces el salario mínimo interprofesional. Además, se incrementaría cada ejercicio
según creciese el número de trabajadores. La garantía constituida respondería de
las deudas de indemnizaciones por finalización de contratos, deudas salariales
y con la Seguridad Social en caso de insolvencia. El motivo era claro: a
priori, el único activo de estas empresas sería el fondo de comercio por lo que,
en caso de problemas, la tentación de simplemente abandonarlas sería demasiado
grande.
Para que se haga una idea, en la situación actual y contando
con un amigo bien situado, con unos pocos cientos de euros, puede usted montar
Lopez Ingenieros Informáticos y empezar a enviar “consultores” a su compadre
desde el salón de su casa. Ahora bien, si quiere montar Lopez Empresa de
Trabajo Temporal, hay que sumar unos 200.000 euros que perderá si su benefactor
se evapora.
Si se decide por “López Ingenieros” (que es lo más
inteligente dada la situación), aunque es cierto que su esfuerzo no será mucho,
tampoco lo será el beneficio. Los “consultores”, sabiéndose escasos, le cobrarán
un plus por entrar en su empresa casera y le obligarán a contrataciones
indefinidas. La escala, si el benefactor se deja querer, será la única posibilidad
fácil de ganar dinero de verdad. El problema de escalar es el incremento del
riesgo: el gasto por salarios sube y cualquier reducción de demanda le puede
arruinar las ganancias de años. Menos mal que, al elegir Lopez Ingenieros y no
López ETT, podrá usted abandonarla cuando le venga bien sin menoscabo de su
patrimonio o, al menos, con el menoscabo que usted decida.
Si no era consciente de esto que le describo, se preguntará
cómo puede haber permanecido ignorante hasta ahora. Las razones son muchas pero
fundamentalmente una: los trabajadores del ramo hemos estado hasta ahora
privilegiados por el exceso de demanda. Poco o nada nos han preocupado los
valores que constituyeron nuestras empresas siempre que se pudiera ejercer el
poder que confiere saberse un bien escaso. Además, el término ETT lo hemos
asociado tradicionalmente a trabajos mucho menos “finos”.
Para terminar y cómo es posible que alguien no me crea, le
propondré un ejercicio. Elija su buscador de Internet favorito y teclee “capital
social” seguido del nombre (o mejor razón social, si la sabe), de su empresa. Esa
cifra es el máximo importe que su patrón compromete. Si, debería sumar las
reservas y los resultados del ejercicio no distribuidos pero estoy seguro que
no es usted tan ingenuo.
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