Empezaré aclarando que este es un
artículo para un entorno mercantil. El liderazgo del que escribo está vinculado
al éxito profesional. Cuando uno habla de sus dotes de liderazgo en una
entrevista es porque quiere mandar (y cobrar por ello), y no imitar a
Jesucristo, con todos mis respetos para este último.
Para no marear con referencias, me centraré en la primera acepción de la definición de líder de la RAE, que me parece reveladora: “Persona a la que un grupo sigue, reconociéndola como jefe u orientadora”. Vuelva a leerlo. El truco está en observar que lo verdaderamente importante para ser el líder es convencer a otros: los seguidores.
Para no marear con referencias, me centraré en la primera acepción de la definición de líder de la RAE, que me parece reveladora: “Persona a la que un grupo sigue, reconociéndola como jefe u orientadora”. Vuelva a leerlo. El truco está en observar que lo verdaderamente importante para ser el líder es convencer a otros: los seguidores.
Seguramente, el adjetivo que le vendrá a la mente cuando piensa en un líder (porque además lo he puesto en el título), es el carisma pero ¿y si usted no lo tiene? Volviendo a la RAE, es un Don gratuito de Dios y, como tal, no nos lo dieron a todos. Bueno, a mí sí, que a saber quién lee este artículo.
Estamos en que usted reconoce que
no tiene carisma pero, aun así, se empeña en ser líder remunerado a toda costa.
Pues bien, está leyendo en el sitio adecuado, ahí va la receta.
1.- Elija el contexto apropiado.
Su contexto ideal son grandes
corporaciones donde el nivel de gobierno sea caótico, enrevesado o simplemente
inexistente. Le conviene que existan estructuras gerenciales poco cualificadas donde
las responsabilidades sean difusas y los resultados difícilmente medibles. La empresa que elija
debe tener la supervivencia asegurada en base al monopolio u oligopolio que le
otorgue el tamaño o la concesión gubernamental. Dentro de ella, sus áreas de
actuación serán aquellas consideradas como gasto y nunca como inversión salvo
que esta sea a muy largo plazo y no tenga impacto significativo en el porvenir
de la compañía.
2.- Empiece siendo un seguidor.
En este punto, lo más importante
es su propia elección de líder. Intente buscar uno también sin carisma, que
haya logrado su posición por suerte, porque era el más antiguo cuando el
predecesor se marchó o porque leyó este manual en viaje astral al futuro.
También es imprescindible que tenga ambición ya que de su suerte dependerá de
la suya.
3.- Centre sus capacidades de influir en su líder.
Todo líder necesita atraer
seguidores pero no unos cualesquiera sino aquellos que sean útiles para sus
propósitos. Debe convencer al suyo de que le es útil en alguna de las facetas
que requiere para sus aspiraciones. Puede que usted no destaque por sus
cualidades profesionales pero las puede sustituir por otras igual o más
valiosas. La capacidad de intrigar y el servilismo serán apreciadas si siguió
adecuadamente los dos puntos anteriores.
4.- Sea leal incondicionalmente.
Si usted ha reconocido que no
tiene carisma es que tiene una cierta inseguridad en sí mismo y, de igual
manera, la tendrá el líder elegido. No destaque de manera que pueda parecer una
amenaza para su líder. Insista en el servilismo y ponga todos los medios de que
disponga para que su líder consiga su objetivo y promocione. Arróguese todos
los éxitos que pueda y ponga en duda la fidelidad de sus posibles competidores.
5.- Una vez conseguido el primer peldaño, consolídelo.
Vamos a suponer que todo ha ido
bien y consigue el primer objetivo: su líder promociona. Según lo previsto,
usted será promocionado por extensión. Con seguridad, sus nuevos seguidores le
odiarán por haberlo conseguido como lo ha conseguido y usted los necesita para
su siguiente peldaño. No se preocupe, tiene solución:
1.- Deshágase de los líderes
naturales que pudiera haber en el grupo. Esos que sí tienen carisma basado en
la superioridad moral o técnica.
2.- Los seguidores restantes serán
volubles. Para conseguir su adhesión, genere expectativas de privilegio para
aquellos que sirvan a sus propósitos. No es necesario tener capacidad de
darlos, basta con la expectativa. Una vez que usted promocione, el problema
será de otro.
6.- No se pare.
Como ya se habrá dado cuenta, su
victoria no es sostenible en el tiempo. A los seguidores no se les puede engañar
eternamente. Puede utilizar su autoridad sobre ellos, ser impertinente e
incluso grosero pero se quedará sin los valiosos. No desespere. También hay
solución: vuelva al punto 2 de este manual e itere. Ahora bien, ha subido usted
de división y puede que compita con otros como usted. Necesitará recurrir a
estrategias más sibilinas pero, si ha llegado hasta aquí, estará preparado para
la batalla.
Me daré por satisfecho si he
conseguido arrancar en usted la sonrisa. Si me ha tomado en serio, hágaselo
mirar. El individuo que siga este guión será, además de un miserable, un cáncer
para su organización y para quienes le rodeen. Antes o después, caerá dejando
una estela de caídos. Es intrínseco a los individuos el deseo de mejorar y
progresar dentro de sus empresas. Para ello, como seres racionales, analizan
las circunstancias y la información de que disponen, tomando la opción más
beneficiosa según su propia escala de valores. Las empresas tienen la capacidad
de actuar sobre las circunstancias e influir en los valores. Pueden contribuir
a que los individuos tomen decisiones consecuentes, fomentando el liderazgo
natural, forjado a base de capacidades tanto técnicas como morales. No todas
las personas pueden ser líderes pero lo importante es que, los que tengan la
capacidad, puedan desarrollarla y, los que no la tengan, sientan admiración y
orgullo por trabajar a su lado. Es por eso tan necesario que las empresas crean
en los conceptos de gobierno y tomen conciencia de la necesidad de trabajar los
modelos organizativos pero esto lo dejaremos para otro artículo.
Publicación original en Vector ITC-Group
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